viernes, 25 de octubre de 2013

Sobre la identidad digital

Llevo en esto de Internet desde 1997. Por aquel entonces con un módem de 33,6 kb y unas facturas telefónicas que llegaban a las 40.000 pesetas. Desde entonces he vivido la revolución tecnológica de las redes (módem 56 kb, RDSI 64 kb, RDSI 128 kb, ADSL 256 kb, ADSL 512 kb... y así hasta los 10 Mb... a la espera de que vengan a instalarme la fibra óptica) sin saber nada sobre las leyes de Moore (la potencia de los chips se dobla cada 18 meses), Kryder (la capacidad de almacenaje se dobla cada 12 meses) y Nielsen (la velocidad de transmisión de datos se dobla cada 21 meses). Mi primera red de mensajería (no sé si se la puede llamar social) fue en ICQ y en 2001 incluso me lancé al ruedo de editar una página web con Frontpage de lo más primitivo. Entonces me comunicaba con los ciberamigos o ciberconocidos por IRC, MSN, Ventrilo... Tengo, como casi todo el mundo, múltiples cuentas de correo electrónico; pero uso habitualmente tres: una personal (familia y amigos), una profesional y otra virtual (con los ciberamigos). Siempre me ha preocupado mucho el tema de la privacidad y he procurado desligar mi vida real de la virtual, aunque sean dos caras de la misma moneda. En 2009 me abrí un perfil en Facebook (en España los adolescentes usan Tuenti y los jóvenes de espíritu el Cuarenti, o sea Facebook) y hasta ahora es la única red social que he utilizado con prudencia y poca presencia más allá de pulsar algún "Me gusta" o de postear alguna frase. En 2012 me invitaron a Linkedin y también me registré.

Actualmente estoy realizando un curso sobre Educación conectada en tiempos de redes y me está dejando un poco descolocado en cuanto a las posibilidades de las redes sociales y la necesidad de definir una identidad digital en torno a la cuál contruir un PLE (en castellano, Entorno personal de aprendizaje). Otras dos cuestiones me han llamado la atención poderosamente: la primera es la afirmación de que los profesores de hoy debemos preparar a nuestros alumnos para ejercer profesiones que hoy todavía no existen; la segunda es la constatación de que la única defensa posible que tenemos para nuestra identidad digital es la generación de contenidos positivos con una presencia activa en la red, tal y como explica el abogado David Maeztu:

 
Por último, no quiero olvidarme de recomendar las lúcidas y divertidísimas reflexiones de Barry Schwartz en "La Paradoja de Elegir". Aplicado al mundo de las nuevas tecnologías, es el mejor ejemplo de como vivimos en la Sociedad de la Información pero no podemos alcanzar la Sociedad del Conocimiento:
 

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